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Nuestra historia

Toda crisis, es siempre oportunidad y la historia de FECOAGRO se nutre de este principio.

Guiados por el propósito de revertir el éxodo rural generado por la crisis vitivinícola de 1983, un grupo de técnicos del INTA, de forma conjunta con el Padre Lona, párroco del municipio Angaco, comenzaron a pensar en alternativas para diversificar la agricultura sanjuanina, evitar la desintegración de las familias que trabajaban la tierra y mejorar sus condiciones de vida.

Arrendar tierras, generar otro tipo de producción y capacitar a los obreros rurales y pequeños productores fue el objetivo principal.

En este marco surgió el proyecto de “Sistemas Cooperativos Agropecuarios de San Juan”, coordinado por la Agencia de Extensión Rural San Martín del Instituto Nacional Tecnología Agropecuaria (INTA). El 18 de diciembre de 1992 se consolidó con la conformación de la Federación de Cooperativas Agropecuarias de San Juan Ltda., FECOAGRO.

La producción de algodón fue solo el principio. Las semillas de hortalizas diversificadas fue el rubro que definió a FECOAGRO como emprendimiento.

A esto se sumó el trabajo de cooperativas, que se dedicaron al trabajo de producción de dulces y conservas artesanales, aromáticas, productos lácteos de cabra y oveja y trabajo textil.

Aquel emprendimiento, cargado de sueños, es hoy parte de una historia que ya lleva 20 años. En la actualidad 650 familias componen esta organización de pequeños productores rurales, reunidas en 30 cooperativas de trabajo.

La crisis ya es historia, las oportunidades son hoy una realidad.

NUESTROS PRINCIPIOS

El cooperativismo fue y sigue siendo la herramienta elegida para la organización social y productiva de FECOAGRO. La participación, la democracia y, sobre todo, la distribución equitativa del trabajo y la riqueza generada son los principios que sustentan nuestro trabajo.

NUESTRO COMPROMISO

Promovemos la venta directa de lo producido, porque así se logra que los excedentes queden en el lugar de producción y contribuyan a la capitalización de los agricultores, permitiéndoles acceder a la tierra, a las maquinarias y a la tecnología.

Es un proyecto dinámico, en permanente crecimiento. Su continuidad es el resultado del trabajo silencioso pero constante de los obreros rurales, productores minifundistas, personal de apoyo y técnicos extensionistas del INTA y de la organización.

El esfuerzo de todos en la consolidación de una experiencia sustentable y sostenible se basa en la construcción de un capital social que sea capaz de trascender los intereses particulares y con resultados inmediatos para mostrar que es posible consolidar un esquema socio productivo más justo, solidario y rentable.

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